Mónica Félix: “No me sueltes Puerto Rico”

Mónica Félix: “No me sueltes Puerto Rico”

Fuí unos días a Nueva York y aproveché para conectar con Mónica Félix. Mónica es amiga desde la universidad en nuestros últimos años de Comunicación Pública. Recuerdo muy bien; era el segundo semestre del 2005 y junto a Mónica, Ida Joglar e Ivette Rodríguez hicimos nuestro primer vídeo musical para la banda El Medio, en aquel entonces. Recuerdo cómo guiaba mi honda civic para unas escenas al amanecer saliendo del Túnel Minillas. Ida hacía cámara y salía por el sunroof para agarrar los primeros rayos de sol. Éramos un grupito gufia’o y variado de publicidad y producción audiovisual cine y tv. Ida y Mónica agarraron el toro por los cuernos y nos enfrascamos en lo que fue nuestro proyecto para la clase de Producción Audiovisual 1 con la Profesora Ana María García. Fue uno de los proyectos universitarios más lindos y el resultado estuvo brutal. Lindos recuerdos. Pero volvamos a Nueva York. 

Agarro el tren desde Prospect Park y llego a Jefferson Street Station en Bushwick para visitar en su estudio a esta artista multidisciplinaria cayeyana. 

Julio 2022, Nueva York 

Mónica es artista visual original de Cayey. Fue a Nueva York en el 2007 a hacer un programa de fotografía en Pratt Institute por un año. Luego, en 2010, fue invitada a enseñar en la galería de Pratt Institute en Manhattan y ahí decidió quedarse. “No me fui. Esto se ha dado porque puedo ir y venir a Puerto Rico con “facilidad”. Tres horas y media, una película y un nap y ya estoy en casa. Ese vaivén es más fácil desde Nueva York”. 

Su práctica de fotografía, la combina con vídeo instalación, performance y escritura. “Me gusta explorar lo misterioso, aquello que no tiene explicación, simplemente es  lo que es. Y me interesa especialmente en lo cultural y en lo que es identidad. En mi trabajo, hablo desde el yo; soy mujer, puertorriqueña, persona de color que vive en migración. Así que hablo desde esos lugares. Me considero “en migración” porque por ahora no tengo un asentamiento real en Nueva York, más allá de mis dos gatos. Y aún si mi situación cambiara, no creo que tendría la pierna fuera de Puerto Rico.”

¿Qué te encuentras haciendo actualmente?

Ahora mismo estoy haciendo una serie de entrevistas para conversar con mujeres que como yo, se han ido de Puerto Rico a vivir en Nueva York. De las primeras preguntas que he hecho ha sido en relación a la residencia de arte de este verano en Governors Island del Lower Manhattan Cultural Council. En esta residencia tengo una vista hacia Wall Street. Me interesa conversación visual que hay, sabiendo la historia socioeconómica de Puerto Rico; esto crea una tensión al estar en ese lugar desde la perspectiva migratoria. 

Esta primera conversación será parte de un trabajo más grande que toca varios aspectos del ser, entre ellos el desplazamiento, la vida siendo un transplante y lo colonialmente conflictivo. Siempre me ha interesado el cine puertorriqueño como fuente de identidad socio-cultural, y últimamente estuve pensando en el ensayo y película la Guagua Aérea. Ahora mismo estoy buscando ese lenguaje y esos visuales pensando en las motivaciones de quienes vinieron en ese tiempo para acá antes que yo. Esa gente que describe el ensayo, ¿Quiénes son? y ¿Quiénes somos los de ahora? Porque sé que somos muchos… pienso mucho en esto. Las motivaciones, qué dejamos atrás, qué se transforma, qué no vuelve a ser. ¿Qué consecuencias ha tenido la historia en los movimientos de estos cuerpos de un lado a otro? ¿Qué es ser una mujer acá? ¿Qué es ser una mujer allá? He empezado por entrevistar a otras mujeres, tener conversaciones con mujeres sobre su migración. 

Tienes un proyecto exploratorio con la sal ¿por qué la sal? 

La sal es la última fascinación que tengo. Crecí recolectando cosas en la playa. El único lujo que tenía mi familia era un velero y los veranos y fines de semana, era para el velero. Eran las aventuras en la playa; en la costa. Siempre tuve mucha curiosidad por lo que la costa zumbaba pa’ fuera; lo que el mar escupe. Siempre he tenido curiosidad como la sal te cura y destruye las cosas. Cambia el sabor, olor, color y la textura de las cosas. Y ahora mismo estoy en mi estudio tipo laboratorio científico, secando sales, sumergiendo objetos en sal, haciendo pinturas de sal, sal en canvas, etc.

“Crecí con una conexión intensa con el mar. De hecho, todos somos del mar. Y esa conexión con un cuerpo de agua, siempre me ha interesado explorar.”

Experimentando con sal de higuera.

Siempre que voy a Puerto Rico traigo elementos del mar; algas. Y es algo que con el pasar del tiempo se ha convertido en una colección. Esa colección fue utilizada en una instalación como parte de la tesis de mi maestría y se ha convertido en algo. Creo que va a hacer algo, pero aun no sé que va a ser.  

Siento que hay conexión entre lo que pensamos que es la sal y cómo nos referimos a ella. Cuando alguien está sala’o, es que tiene mala suerte; no le están saliendo las cosas bien. Y por otro lado, la sal tiene poderes curativos. Nuestro cuerpo necesita sal para sobrevivir. Lo que son los electrolitos, sudar, todo eso. Eso hay que introducirlo nuevamente al cuerpo para que funcione bien. Hay terapias de sal para respirar, cuerpos de agua donde hay mucha concentración de sal y el cuerpo flota y el espíritu se libera… eso también es increíble. Así que la sal es un elemento mágico que ahora mismo estoy mirando atentamente. 

Eres maestra de yoga… Háblame de esa práctica en tu vida, ¿cómo comenzaste? 

En el 2011 ya estaba en Nueva York y empezó el frío. Me estaba costando estar aquí; fue un badtrip. Me entró una depre y mi amiga Xaymara, me dijo, “vente vamos a hacer yoga caliente”. Y fue como ¡wow!… estoy sudando otra vez; fue una felicidad que me entró y nunca solté. Llevo 11 años practicando yoga caliente, conocido también como Bikram yoga. Luego, en el año siete, decidí que quería certificarme como maestra y me fui dos meses intensos a Austin, Texas.

Soy maestra de yoga caliente y de Vinyasa. La yoga es una manera simple de conectar con lo más primitivo y básico del “yo”: la respiración. Del presente; del ahora. He aprendido muchísimo quién soy haciendo ejercicios de respiración nada más. Tener esa herramienta ha sido super importante para momentos, cuando estoy pasando por algo difícil o retante. Me ha enseñado cómo atravesar el momento sin ignorarlo. Atravesar el momento de manera consciente y lo mejor posible con lo que sé. Es trabajo, “shadow work” que comienza conmigo, con gentileza,  aceptación, paciencia, hacia la autorrealización y el  amor propio. No es fácil, pero viendo que mi cuerpo puede hacer otras cosas más allá de lo que ha sido dictado socialmente, ha sido importante para sanarlo  y enseñarlo. Como instructora de yoga, profesora de arte y en la vida, ofrezco lo que sé, desde dónde lo conozco y de manera auténtica.  

“Yo sí creo que estamos aquí en este mundo para servir a otros. Al final todo el trabajo de exploración, aceptación y amor que hago conmigo, es para yo poder servirle a otras personas. Y mano, duermo tranqui… sabiendo estas cosas.”

¿Qué haces cuando te da bajón de Puerto Rico? ¿Cómo te acercas a Puerto Rico estando acá en Nueva York? 

Por mis amigues. No hay de otra, no pare más ná. Es una gran bendición contar con elles. Creo que si me he quedado aquí más tiempo, es por esa familia escogida. Somos una comunidad puertorriqueña sólida. Aquella sabe hacer las habichuelas, fulanita trae el arroz, y siempre es así, un junte de pedazos que hacen un todo. Y también, hablando de juntes– con la colaboración de la residencia artística Banasta, he formado parte de un grupo de artistes puertorriqueños en la diáspora. Nos juntamos una serie de veces al año por Zoom a hablar sobre nuestra obra. Esto viene desde la pandemia. Un lugar donde compartimos nuestros proyectos, cada cual cuenta lo que está trabajando, en un lugar de entendimiento y donde nadie tiene que estar explicando sobre historia ni política. Estamos todos en la misma página, perfecto; vamos hablar de arte. Como artista, tener espacios así, me ha ayudado mucho a seguir alimentando mi identidad. 

También mucho tiene que ver con la gente de la isla, que me conocen, que ven y que creen mi trabajo. Les curadores que me incluyen en sus exhibiciones, les estudiantes que me hacen parte de sus trabajos, les profesores que incluyen mi obra en sus currículos y recientemente las universidades que me contratan para crear currículo. Tuve la oportunidad de crear esta primavera dos cursos para la Universidad de Sagrado Corazón sobre fotografía y retrato. Esto me ha emocionado mucho, y el sueño es poder irme mitad del año a Puerto Rico a enseñar. Por eso digo que mi aferro tiene mucho que ver con que Puerto Rico no me suelta. ¡No me sueltes Puerto Rico! Tiene que ver con mi familia allá, y no tan solo la de sangre, sino las familias que he creado a través del arte, el yoga y el cine. Estoy muy agradecida de ese cariño y apoyo sin igual del lugar que me crió. 

Ya era hora de irnos y Mónica salía a dar su clase de Yoga. Tomamos el tren de regreso a Prospect Park y en el camino, reflexionamos sobre el ser mujer, la familia, las generaciones, la energía femenina, la era del amor, la aceptación y la libertad. ¡Hasta pronto Mónica!

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